Íñigo Iriarte Lejarraga: Fundación Goicouria

“… El sostenimiento del nivel de vida de los países desarrollados se está
haciendo en detrimento de los inadecuadamente llamados países en
desarrollo, que bien podrían ser llamados también países empobrecidos …”

(Iñigo Iriarte Lejarraga)

Nuestro invitado de hoy, Iñigo Iriarte Lejarraga, lleva toda una vida dedicada al mundo de la cooperación, destacando los 15 años como Director de Misiones Diocesanas Vascas en Bilbao. Sin abandonar el sector en ningún momento, su espíritu inquieto le lleva a acometer diferentes proyectos a lo largo de su vida. De su etapa actual, sabemos que trabaja para tres fundaciones, siendo una de ellas la Fundación Goicouria, con la que colaboramos, y la que nos ha permitido entrar en contacto.

“Xabier Goicouria, 53 años al servicio de la pobreza”

Hablar de la Fundación Goicouria es hablar del sacerdote misionero Xabier Goicouria, señala Iñigo. Haciendo historia, recuerda que Xabier aterrizó en Likasi en 1966 como uno más del grupo de Misiones Diocesanas Vascas. 53 años más tarde, continúa viviendo en el mismo barrio de Panda de la misma ciudad de Likasi al sureste de la RD Congo y manteniendo la ilusión intacta del primer día, aunque Xabier aprovecha cualquier intervención para anunciar que pudiera tener sus días contados en el país …

Durante todo este tiempo, Xabier ha puesto en marcha infinidad de proyectos, comenta Iñigo, buscando siempre paliar el sufrimiento de las personas más desfavorecidas. La Fundación se creó en 2009 para dotar de cuerpo jurídico a estas acciones y darle continuidad en el tiempo.

“El Complejo Likasi: su gran legado”

La actividad de Likasi, de unos 400.000 habitantes, es principalmente minera, cobre y cobalto, describe Iñigo. En Panda, residen unos 25.000 de ellos. Xabier vive en una pequeña colina llamada Kilima próxima a la parroquia St. Joseph.

Canalizando muchas ayudas, Xabier ha puesto en marcha a lo largo de todo este tiempo:  un Centro para Discapacitados Físicos – Kilima Cha Kitumaini -, un Centro de Formación Profesional – St François Xavier I y II -, un Instituto Superior de Técnicas Médicas (ISTM) y un pequeño orfanato. Todo ello forma el Complejo Likasi.

El Centro para Discapacitados Físicos integra, a su vez, un taller ortopédico, quirófano y salas de fisioterapia, una escuela primaria, un taller de costura, un dispensario de salud, un internado y un centro oftalmológico. El internado alberga a unas 60 personas, chicos y chicas, con diversidad funcional en fase de rehabilitación, muchas de ellas, tras haber sido intervenidas allí mismo. El alumnado de la escuela primaria alcanza las 250 personas. A unos 12 km del Centro hay un amplio terreno de cultivo que abastece, fundamentalmente, al internado.

En el Centro de Formación Profesional se educan unos 2.500 chicos y chicas y se aprenden disciplinas como electricidad, carpintería o informática.

El ISTM imparte un grado medio universitario en varias materias – Técnico de Laboratorio, Matrona, Fisioterapia y ATS – con aspiraciones a ofrecer un grado superior y el doctorado en cuanto finalicen las vigentes obras de ampliación.

Pero Xabier, añade Iñigo, ha dirigido otras muchas actuaciones fuera de este Complejo, como la puesta en marcha de la Cooperativa Agrícola de Kabulumbu, la construcción de diversos puentes que han permitido el acceso a los campos de cultivo por el caudaloso río o la puesta en marcha de residencias de ancianos y orfanatos, por mencionar sólo algunas. De ahí que no es extraño que identifiquen a Xabier como el Vicente Ferrer de la RD Congo, sin que ello le haya restado ni una pizca de humildad.

Se cuenta con diversas fuentes de financiación, nos explica Iñigo, destacando las aportaciones de particulares. Además, reciben apoyo de algunas fundaciones, asociaciones y organismos privados, de la propia delegación de las Misiones Diocesanas Vascas, del obispado de Bilbao y de algunas parroquias vizcaínas. Por volumen económico, sobresaldrían:  Manos Unidas y el Gobierno Vasco, claves para la puesta en marcha de algunas de sus principales obras. Conviene también recordar a instituciones como la Diputación Foral de Bizkaia y el ayuntamiento de Bilbao. De igual manera, el ayuntamiento de Gernika y el de Erandio que, en colaboración con ICLI, han permitido  abordar algunas acciones puntuales como el equipamiento del laboratorio y el aula informática, que se han ido acometiendo progresivamente a medida que se conseguían los recursos.

Cuando Xabier acudió a ICLI, no nos conocía. Nosotros, sin embrago, habíamos oído hablar mucho de él. Tras presentarnos su completo programa, caímos rendidos a su obra. La relación se halla tan consolidada que la colaboración continúa y con perspectivas de mantenerse a futuro por el desarrollo de la región Panda Likasi  del que ya nos sentimos un poco responsables.

“Proyectos que no dejan a nadie atrás”

Los aspectos principales sobre los que inciden sus proyectos serían, en palabras de Iñigo: “ desarrollo humano sostenible, educación, atención a la dependencia, formación para el empleo, exclusión social y desprotección y agrícola cooperativista “. Un abanico muy amplio, añadimos, para no dejar a nadie atrás, como contemplan los actuales Objetivos de Desarrollo Sostenible.

Xabier ha sabido rodearse, en todo este tiempo, de colaboradores muy válidos sobre los que ha depositado su confianza para gestionar algunas de sus principales obras, como las soeurs congoleñas a las que ha puesto al frente del Centro de Discapacitados, el ISTM y el pequeño orfanato. De esta forma, podríamos decir que las funciones actuales de la Fundación Goicouria se resumen en cuatro: apoyo económico al Centro de Discapacitados Físicos, un sistema de becas para dar acceso a niños y niñas sin recursos al Centro de Formación Profesional, sostener el pequeño orfanato y apoyar la ampliación del ISTM.

Lo ideal, apunta Iñigo, sería pensar en un gobierno congoleño que se preocupara por el bienestar común y no por el enriquecimiento propio, sin ningún escrúpulo, pero mientras esto no suceda, son organizaciones como la suya las que suplen al Estado en muchas de sus funciones. Las circunstancias van marcando también el rumbo de sus actuaciones, como el cambio climático que exige respuestas locales.

Ante la pregunta de si la cooperación garantiza el futuro de los países en desarrollo, Iñigo responde con cautela. “Si no lo garantiza, al menos posibilita el crecimiento humano a pequeña escala”. Piensa que la única garantía tendría que venir de un imaginario gobierno democrático mundial que velara por los intereses de todos los habitantes del planeta, frente a la situación actual que revela que el crecimiento de unos se sustenta en el empobrecimiento de los otros.

“África te deja marcado para siempre”

Iñigo conoce muy bien la provincia de Katanga – nos recuerda que la RD Congo es como cinco veces España –  puesto que ha viajado al país en siete ocasiones. La última de ellas, el pasado mes de junio. Volverá mientras le queden fuerzas.

“Dicen que África engancha y que, cuando vas por primera vez, te deja marcado para siempre”. Recuerda su primera experiencia en Burkina Faso y la siguiente en el Rwanda de 1995 que la vivió como dolorosa y traumática. Quizá sean sus gentes o tal vez su paisaje, puede que sean sus olores o a lo mejor sus colores, pero sabe que África ha entrado en su vida y le gusta que así sea.

Para Iñigo, el futuro del país se presenta complicado porque ni ha vivido nunca en paz ni ha tenido un gobierno democrático emanado de las urnas. Las únicas elecciones democráticas celebradas el pasado diciembre, resultaron un fraude del que surgió el actual Presidente, Félix Tshisekedi,  una prolongación, en realidad, del antiguo mandatario en la sombra, Laurent Kabila, que se aferra al poder y a la enorme fortuna amasada durante su mandato.

Las potencias occidentales a través de sus transnacionales y los neocolonialismos chino e indio tampoco ayudan saqueando el país a cambio de prácticamente nada. Se podría afirmar que “su riqueza es su condena”. De esta forma, la corrupción se ha ido instalando en el ADN de la población que la emplea como única vía de progreso.

Sin embargo, la esperanza jamás se pierde. La educación se muestra, una vez más, como un arma de construcción masiva. El papel de la mujer será clave en este proceso de cambio.

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